Diario La Página (06.11.2018) El sistema de salud de Chile es el más eficiente de América Latina y el de Guatemala se sitúa en el último lugar de la clasificación, así lo reveló el primer estudio de eficacia de los sistemas de salud en la región del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Entre los 71 países analizados, 22 de 27 latinoamericanos y caribeños se sitúan en la mitad inferior de la tabla y, de ellos, 12 están en el último cuarto. Chile ocupa el octavo puesto y es hasta en el sitio 31 que volvemos a encontrar los países latinos: Costa Rica (31), Uruguay (35), El Salvador (44), Argentina (45), Paraguay (46), Belice (47), Colombia (48), Brasil (49), México (50)… y Guatemala ocupa el último lugar del listado (69).
l sistema de salud de Chile es el más eficiente de América Latina y el de Guatemala se sitúa en el último lugar de la clasificación, así lo reveló el primer estudio de eficacia de los sistemas de salud en la región del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Entre los 71 países analizados, 22 de 27 latinoamericanos y caribeños se sitúan en la mitad inferior de la tabla y, de ellos, 12 están en el último cuarto. Chile ocupa el octavo puesto y es hasta en el sitio 31 que volvemos a encontrar los países latinos: Costa Rica (31), Uruguay (35), El Salvador (44), Argentina (45), Paraguay (46), Belice (47), Colombia (48), Brasil (49), México (50)… y Guatemala ocupa el último lugar del listado (69).
El objetivo del estudio es, según la especialista líder en salud del BID, Diana Pinto, “evaluar la eficacia y analizar en qué puede mejorar cada país a la hora de sacar el máximo partido al dinero invertido en sanidad, comparándolo con otros países del mundo”.
Para evaluar el desempeño de cada sistema, los investigadores han usado una metodología homologada en todo el mundo que compara las inversiones en salud, tanto del sector público como del privado, con resultados medibles, como la esperanza de vida, tasas de vacunación, mortalidad infantil, atención durante el parto, acceso a servicios especializados, entre otros. Es un informe más cuantitativo que cualitativo; no mide, por ejemplo, variables como la calidad del servicio, la atención al paciente, el estado de conservación de los hospitales o las listas de espera.
Y en este se muestra que, en general, los países de América Latina y el Caribe tienen resultados particularmente peores en la provisión de acceso equitativo a los servicios que los de la OCDE, según el informe. “Por el lado positivo son relativamente parecidos a ellos en cuanto a la esperanza de vida, o sea los 60 años y la tasa de mortalidad de menores de cinco, pero esto no quiere decir que obtengan los mismos desempeños absolutos sino que el rendimiento es similar, teniendo en cuenta el nivel de desarrollo y la cantidad de recursos gastados”, apuntó Pinto.
El informe sobre la salud en el mundo de la OMS estimaba en 2010 que entre el 20% y el 40% de todos los recursos gastados en sanidad se despilfarraban. La combinación inadecuada o costosa de profesionales, precios altos, baja calidad y uso irracional de medicamentos, sobreutilización de productos y servicios sanitarios, desvíos debido a la corrupción y el fraude eran algunos de los elementos que propiciaban esta ineficiencia.
El documento también hacía hincapié en que se asignaban recursos a intervenciones que no maximizan las mejoras en salud, como puede ser gastar más en cuidados curativos que en medidas preventivas. Ocho años después, el estudio del BID vuelve a encontrar similares resultados en Latinoamérica. Pinto destacó cuatro grandes fuentes de ineficiencia:
- Calidad institucional: cuando se estudian los sistemas de gobernanza en los países (transparencia, participación ciudadana, lucha contra la corrupción…), se comprueba que aquellos que puntúan más alto en estas medidas también gozan de más eficacia sanitaria. “Sin embargo, se requiere de mayor análisis para establecer una relación causal”, matizó la especialista.
- Atención primaria: “Se ha demostrado que la prestación de servicios de diagnóstico y de tratamiento oportunos y de alta calidad en la atención primaria previene el deterioro agudo, la progresión o las complicaciones en personas enfermas. Además, la gestión proactiva de las enfermedades en la atención primaria puede contribuir a contener el gasto en salud, al reducir o incluso evitar la necesidad de visitas de urgencia, hospitalizaciones”, asegura el estudio.
- Política farmacéutica: “Hay muchas posibilidades de estrategias para controlar precios y priorizar medicamentos, invertir en aquellos que realmente hagan diferencia y añadan valor”, explicó Pinto.
- Compra estratégica: se deben priorizar aquellos productos de salud que hayan demostrado eficacia. Un ejemplo sería el programa Salud Mesoamérica, en la cual un proveedor se compromete, por ejemplo, a hacer un número determinado de inmunizaciones al año o atender partos bajo ciertas condiciones de calidad; al finalizar, recibe el pago en función de los resultados obtenidos.
El objetivo, concluye el informe, es hacer más con menos: “Numerosos países de la región anticipan más restricciones presupuestarias. Por consiguiente, las políticas deben centrarse en mejorar la eficiencia de la atención de salud, invirtiendo en intervenciones que logren los mejores resultados. Lograr la cobertura universal requerirá́ no solo más dinero para la salud sino también más salud por dólar invertido”.
Los 10 países en el mundo con mejor sistema de salud: